Ya estoy aquí, perdonen mi retraso; el caso es que mentí cuando prometí que pronto escribiría. Estuve viviendo de extremo a extremo. Pasionalmente y como suelo hacer sin dejar en balde pasar mis meses. Pido disculpas por mi ausencia, repito fueron 6 meses.
Un palabras para Julia. Un montón de fueguitos y un puñado de lágrimas. Fue lo que fue la tormenta cuando deja su huella. Los estragos del sol danzando en su hoguera. Fue aquello que se siente y donde no hay palabra. Fue flor en primavera e invierno un primer día de verano. Fue selva en polvareda, desierto; un quizás y un sincero te amo sin poder alzar su voz por miedo a la ladera. De mi garganta a la tuya dos palmos. Dar gracias; mirar y soltar, dejarlo volar…
Fue la flor que hoy observo. El té se me enfría. La voz se calienta. Pomelos de piedra. Mi alma… encuentro trocitos de ella que anuncian que ya de nuevo montaré en bicicleta. El ladrido, la mirada de un inocente animal. Su “huellita” al caminar. Sus ojos que abarcan todo un mundo de amor. El corazón en mil pedazos de cristal y cada uno de ellos partiéndose vena en vena. Solo la dosis hizo el veneno.
Fue un mírame y porque no, un tócame. Jamás rogación. Se brindó, se vivió, se tornó y se volvió. Se luchó. Me dejé llevar. El amor se sintió sin pensarlo demasiado. Después, “Mi fé” de Rozalén sonó una y otra hasta dejar su estela en mi conciencia. Desperté.
Dejé descansar parte de mí en un trocito de tierra, despegado de la península. Tal vez la odisea que me deparó la distancia entre las cuerdas de mi guitarra sirvieron de impulso para ya nunca más apagar mi voz. Amé, dudé y lloré, pero sobre todo, amé. Estrecho la mano a mi satisfacción. Isla blanca, gracias por alzar mi vela.
Hoy me visto de cisne. Y vuelvo a abrir mis alas en horizontal; del agua al aire. Encenderemos motores y a navegar sin miedo y a pleno pulmón. Por tierra, por aire quien sabe si por mar. Por música y pentagramas. Por cuerdas de guitarra. Por matices de voz, por silencios y encuentros. Por que la vida es ahora. Por crecer y por soñar. Por SEGUNDOS DISCOS, por fotografías que inmortalizan. Por detalles que hieren hasta la belleza más real. Porque la belleza es nacer pero también lo es morir. Porque todo es veneno y su aliento es la proporción de cada cuál. Porque te quiero, porque os quiero. Pero sobre todo, porque he decidido quererme como a nadie más.
Porque encontré a “Rosalía” con su Catalina y un millón de canciones más que dieron rienda a mi creatividad. Me reinventé.
Vuelvo a mi piel. Suenan los tambores y el campo, lleno de flores.
A caminar.
Amarela
Me ha gustado leer de ti y sobre ti después de tanto tiempo. Siempre es una delicia leerte porque escribes como los ángeles. Un beso, Miriam.
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Muchas gracias Carlos, gracias por leerme y por regalarme estas palabras tan bonitas.
Me alegra saludarte,
¡Un fuerte abrazo!
Amarela
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